Sin duda la iglesia católica está pasando por una prolongada crisis, causada por el comportamiento de algunos, no pocos, de sus pastores y líderes, tanto a nivel local como en términos globales.
En Europa no cesan de aparecer noticias, un día sí y el otro también, sobre abusos sexuales a menores de edad por parte de curas y obispos. En los últimos meses se han destapado escándalos en Irlanda y Bélgica, en donde hasta el obispo de la diócesis de Brujas reconoció haber abusado de un menor por años, su propio sobrino. Eso le costó, solamente, el cese de sus funciones, impuesto por Ratzinger y actualmente se encuentra en una abadía, disfrutando de una pensión de 2800 euros, suficiente para satisfacer algunas de sus humanas debilidades y caprichos, a la espera de que el obispo de Roma decida su futuro (http://www.elmundo.es/elmundo/2010/09/10/internacional/1284108807.html).
Pero eso es solo la punta del iceberg, una comisión eclesiástica que investiga alrededor de 500 denuncias, preparó un informe (http://www.commissionabus.be/microsite/commissionabus/) que indica que “que los abusos sexuales habían sido generalizados en las instituciones católicas en las décadas de 1960 y 1970, y llevó a 13 de las víctimas a suicidarse”. Eso es solo una muestra de lo que ha sucedido en otras partes del mundo, que en muchos casos ha sido encubierto por las autoridades eclesiásticas, que destinan a los pederastas a otras diócesis o intentan cubrir el asunto con miles de dólares, como ha ocurrido en varias diócesis norteamericanas.
A diferencia de los curas gringos, que han pagado indemnizaciones, la iglesia belga no solo cuida de sus colegas pederastas, sino que también cuida los denarios. El portavoz de los obispos ha dicho que si la iglesia pide disculpas por las ofensas, aceptando la responsabilidad moral, provocará que los ofendidos, los tribunales o terceros, pidan compensaciones económicas, razón por la que se resiste a hacer un “mea culpa” (http://www.elmundo.es/elmundo/2010/09/14/internacional/1284483763.html).
Por estas tierras, aunque hay al menos un cura condenado por abusos sexuales, los escándalos más recientes están relacionados con los trapicheos financieros de la Conferencia Episcopal, que según las denuncias de algunos de sus feligreses, intenta hacerse los gatos bravos con montos millonarios de dinero. Los trapicheos, según la prensa, incluyen captación de fondos y operaciones crediticias al margen de la ley y por supuesto, muy alejadas de las enseñanzas del Crucificado, cuya imagen, en 18 kilates, llevan sobre el pecho, por encima de sus bien cuidadas barrigas.
Menudo ejemplo.
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