Monday, May 17, 2010

Diputados y salarios

Creo que casi cualquier discusión relacionada con la Asamblea Legislativa levanta mucha polémica y la referida a un incremento salarial de los diputados, aún más. En mi caso, tampoco tengo muy buena opinión sobre el desempeño de los diputados, salvo honrosas excepciones, durante las últimas administraciones, adonde el término “últimas” puede extenderse hasta 1949, por lo menos.

En general, las discusiones sobre la Asamblea Legislativa y su desempeño suelen ser muy viscerales, cargadas de juicios de valor y teñidas, frecuentemente, de pasiones partidarias. Los diputados tienen mala prensa, como las suegras, y aunque muchas de las últimas son maravillosas, posiblemente cargarán con el sambenito por mucho tiempo.

Me parece que en este tema se debe incluir un poco de lógica y sentido común. En primera instancia no podemos juzgar a los diputados sin tener en cuenta nuestra propia responsabilidad. Quienes llegan a Cuesta de Moras lo hacen porque recibieron nuestros votos, expresados de forma libre y voluntaria; la constitución de la asamblea y su desempeño son un reflejo de nosotros mismos. Estoy de acuerdo que con un sistema de elección de diputados de forma individual e independiente, y no por listas cerradas, las cosas podrían mejorar, pero no lo olvidemos, los diputados los elegimos nosotros.

También parece lógico que en una estructura jerárquica de puestos, funciones y responsabilidades, los salarios de los que pertenecen a los niveles superiores de la estructura no deben ser menores que los de aquellos que se ubican en escalas inferiores de la estructura jerárquica, que es lo que aparentemente ocurre en la actualidad. Estos son principios básicos de la administración que conoce cualquier estudiante de administración de empresas.

Otro elemento es el criterio de oportunidad. Lo lógico sería que existiera un sistema institucionalizado, que definiera las reglas para el establecimiento de los salarios de los diputados y los correspondientes ajustes, de manera que los diputados no se vieran en la penosa tarea de discutir y aprobar incrementos para sí mismos, corriendo el riesgo de ser acusados de legislar en beneficio propio, como ya se ha comentado en algún medio de prensa. Ante la carencia de reglas claras sobre los salarios e incrementos salariales, no queda más remedio que sea la propia Asamblea la que conozca el tema.

Lo que sería un importante aporte al sistema institucional costarricense, es que la actual Asamblea Legislativa no se limite a discutir exclusivamente el aumento que les corresponde a los diputados, sino que desarrolle la legislación para que esos ajustes se produzcan, en el futuro, de forma transparente y automática, sin que medie el apetito de los interesados.

Una vez corregidas las deficiencias estructurales en el sistema de salarios de los diputados y de las instituciones subalternas de la Asamblea Legislativa, así como la estructura salarial general de la administración pública, los ajustes deberían depender de criterios objetivos, algunos indicadores económicos, por ejemplo, y ser de aplicación general.