Tuesday, January 08, 2008

Los “Yes men” (y “yes women”)

Hace mucho tiempo no escucho ese par de palabras, probablemente las mismas han caído en desuso, se han convertido en palabras gastadas, como las llamó Don Pepe. Su significado, sin embargo, sigue vigente; se utilizaban para identificar a la persona servil, siempre dispuesta a complacer, sin límites ni condiciones, a su superior, fuera éste su jefe, su patrono o alguien con suficiente poder para esperar de él o ella, algún beneficio futuro. En la época de la guerra fría, hasta la izquierda tenía su propia versión, el conocido estribillo “¡Comité Central ordene!”. Nunca escuché la versión femenina, pero en los tiempos que corren, el enfoque de género exige su actualización, de ahí los paréntesis en el título.

El servilismo no ha desaparecido, por el contrario, parece haberse fortalecido, al menos en ciertos círculos. Eso es lo que parece estar sucediendo en una de las instituciones más desprestigiadas del país, la Asamblea Legislativa. ¿Por qué tengo esa opinión? He seguido con frecuencia la transmisión radial de las sesiones legislativas, abocadas al trámite de la reiteración de las mociones sobre el proyecto de ley de protección de los derechos del obtentor de variedades vegetales. La mayoría de las reiteraciones provienen de los Diputados opuestos al TLC y algunas de ellas son realmente razonables, aún para alguien como quién escribe, que apoyó a Liberación Nacional, que apoya el TLC y que por tener formación en el campo de la agronomía y específicamente en el de la genética, no es totalmente ignorante de la temática que se discute.

Mientras que los diputados proponentes de las reiteraciones exponen sus argumentos, en algunas ocasiones, como dije, totalmente pertinentes, los 38 diputados de la mayoría mecánica, permanecen mudos, manteniéndose mansamente sentados durante las votaciones, tal y como se los ha ordenado el Presidente Arias, sus jefes de fracción o sus propios intereses. Me niego a creer que el proyecto en discusión este perfecto y que no requiera ningún nuevo aporte; negarse a introducirle mejoras, o al menos a discutirlas, es negarse a pensar, es renunciar a la independencia de criterio, es venderle el alma al diablo, es negar la esencia misma de la función parlamentaria, el debate.

La única explicación que encuentro para esa actitud irracional de los 38 diputados, a cuya elección contribuí con mi voto, es el servilismo. Doblan su cerviz y lamen el betún de los zapatos de sus amos incondicionalmente, para complacer al Presidente y a los grupos interesados, probablemente esperando que posteriormente les tiren las migajas. Da vergüenza verlos moviendo la cabeza, como marionetas, sin el menor rubor, mientras otros tiran de los hilos.

Son simplemente “Yes men” y “Yes women”.

1 comment:

Anonymous said...

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