En la versión electrónica
del diario La Nación del día de hoy (http://www.nacion.com/nacional/politica/Luis-Guillermo-Solis-Denme-gobernar_0_1418258259.html), el presidente se queja de que ha sido acusado de "populista e
inexperto" y pide que le den chance de gobernar. Creo que en este último
aspecto don Luis Guillermo tiene razón, merece al menos los cien días de gracia
para ver, como dicen nuestros campesinos, que leche da.
Sobre su experiencia o
falta de ella, creo que no hay derecho de quejarse, el presidente es un recién
llegado a la política de alto nivel y probablemente esa es una de las razones
por la que obtuvo más de un millón trescientos mil votos. Si bien es cierto ocupó
cargos oficiales con anterioridad, adonde llegó de la mano de Oscar Arias, eran
responsabilidades de segunda línea, infinitamente menores que las que tiene
ahora sobre sus hombros.
Sobre si ha sido populista
en las tres semanas que lleva en el cargo, es un asunto discutible; por una
parte, en poco más de tres semanas en el gobierno hay poca oportunidad de hacer
un balance de situación e introducir cambios importantes en las políticas
públicas y, por otra, los “gestos” o “símbolos” son importantes, como afirma el
presidente, porque son señales del rumbo que quiere tomar el gobierno.
Las señales, eso sí,
deben ser claras y congruentes, para que no confundan a quienes las recibimos.
En ese sentido creo que si se pueden dar quejas válidas; el Señor Presidente ha
sido ambiguo en algunos de sus gestos o señales, por ejemplo, izó la bandera de
la diversidad sexual y un par de días después se fue a la basílica en Cartago;
otro día abre la capilla de la Casa Presidencial para su utilización por parte
de otras confesiones distintas de la católica y de inmediato pide a un obispo
de ésta, que designe un capellán. Me parece que aquí aplica aquello del que
peca y reza empata, pero no se puede quedar bien con todos siempre. Por otra
parte, adonde queda el discurso de la separación del estado y la religión.
En fin, creo que Don
Luis Guillermo aún tiene algo más de 60 días de “chance” para dar muestras del
estilo de gobierno que pretende realizar, después de eso, se habrá acabado la
luna de miel y empezarán a llover las quejas y reproches.
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