Cada vez que sube el precio del petróleo, lo que sucede ahora a diario y de forma alarmante, se aviva el interés del gobierno y de otros sectores en intensificar el uso de una mayor proporción de alcohol en los combustibles. Se esgrimen muchos argumentos para ello, desde el costo de la factura petrolera hasta el beneficio ambiental que implica la reducción del consumo de combustibles fósiles. Por otra parte, muchos consumidores están preocupados por el efecto que el incremento del contenido alcohólico de los combustibles pueda tener en el motor de sus vehículos.
Existen experiencias exitosas en el usos de del llamado gasol; particularmente Brasil exhibe alrededor de 20 años de experiencia en su uso y las cosas parecen funcionar perfectamente. Actualmente la mezcla obligatoria de gasolina y alcohol se sitúa entre un 20 y 25% de éste último y ningún automóvil funciona con gasolina pura. Esto ha sido posible gracias a que la industria automotriz brasileña ha desarrollado vehículos de combustibles flexibles, que pueden funcionar con cualquier proporción de gasolina y alcohol.
El caso de Costa Rica es muy distinto, ese elefante blanco que llamamos RECOPE, desarrolló pruebas piloto del uso de mezclas en algunas zonas del país, con resultados que no parecen muy convincentes, dada la poca publicidad que los mismos han recibido. Adicionalmente, algunas voces de técnicos en la materia, sugieren que la mezcla que pretende vender RECOPE podría dañar algunos componentes de los motores, especialmente de los vehículos más viejos.
Si consideramos que por otra parte el gobierno carga elevadísimos impuestos a los vehículos nuevos, tenemos como resultado una flota de automóviles de considerable edad, que no solo contaminan más, sino que se verían afectados por el uso del gasol. Esto también revela una contradicción del gobierno, que dice estar preocupado por la contaminación pero que no estimula el cambio a vehículos más nuevos y menos contaminantes. Adicionalmente, muchos ecologistas sostienen que el uso de la mezcla no tiene el impacto ambiental positivo que se anuncia.
Otro factor a tener en cuenta es como beneficia el uso de gasol al consumidor. Según lo dicho por algunas autoridades, no hay ninguna certeza de que el uso incrementado de alcohol implique una reducción en el costo de los combustibles, es decir, seguiríamos pagando los combustibles a un precio que no refleja la reducción en el costo derivada del uso de más alcohol. El único beneficiado sería el gobierno, que vería incrementados sus ingresos.
Finalmente, no parece aceptable que nos obliguen a usar un producto que puede tener efectos negativos en el motor de nuestros vehículos y que es igual de caro que un producto que no lo hace y que hemos usado toda la vida.
Me parece bien la iniciativa del gobierno de promover el uso de mezclas, pero no que te obliguen a usarlo. Se debe respetar la libertad del consumidor para escoger los productos que desea usar, lo que ha sido una de las banderas del gobierno, el libre comercio. Si además quién impulsa la obligatoriedad tiene intereses en empresas que fabrican alcohol, el asunto parece, al menos, poco elegante.
En fin, esperamos que el gobierno y el Presidente Arias sean consecuentes con su discurso de libertad comercial y del predominio de la opinión del consumidor, y se limite a ofrecer más opciones para que los consumidores decidamos en que producto gastamos nuestro dinero. Si insiste en obligarnos a utilizar el gasol, le caerá una lluvia de recursos de amparo, incluso yo me apuntaría.
1 comment:
Sería el colmo que se hagan planes de utilizar cualquier tipo de combustible sin pruebas que demuestren más allá de toda duda que no habrá efectos perjudiciales para el motor del vehículo. Ya los pobres motores tienen suficiente con los huecos en las calles!
Post a Comment