Ecumenismo religioso a prueba

Jorge Camacho Sandoval

En general, las religiones predican la paz, lo tolerancia y el amor al prójimo; sin embargo, la historia está plagada de hechos que contradicen ese discurso. Basta con recordar las cruzadas, la santa inquisición, la guerra santa o Jihad o las múltiples guerras con trasfondo religioso.

La arquitectura tiene muestras de ese contrasentido entre el discurso y la práctica. Uno de los grandes ejemplos es la famosa Mezquita de Córdoba, magnífico monumento construido por los árabes durante los 8 siglos de permanencia en la península ibérica, para adoración y gloría de Alá, que, como resultado de la reconquista encabezada por los Reyes Católicos, fue transformada en la Catedral de Córdoba, para uso de los fieles católicos hasta la fecha.

Los líderes de las principales religiones, entre ellos los últimos titulares de la Santa Sede, han hablado mucho del ecumenismo y del acercamiento entre sus respectivas iglesias. Un símbolo de ello, de reciente data, fue el rezo, hombro a hombro, de Benedicto XVI y del Gran Muftí de Estambul en la Mezquita Azul, durante la visita del primero a Turquía.

En esa línea, la Junta Islámica de España ha solicitado permiso a las autoridades católicas, propietarias de la Mezquita de Córdoba, para poder realizar sus oficios en lo que fuera, hasta hace poco más de cinco siglos, su centro de oración. No reivindican la propiedad del monumento, ni siquiera la posibilidad de realizar oficios religiosos compartidos, solamente quieren autorización para que sus fieles puedan realizar allí sus oraciones. Sin lugar a dudas, como lo pretende la Junta Islámica, sería un hermoso ejemplo de convivencia, en un momento de grandes tensiones a nivel mundial.

La iniciativa ya ha recibido el rechazo del Obispo de Córdoba, quién alega que "no contribuiría a la convivencia pacífica de los diferentes credos", no obstante la opinión del presidente de la Conferencia Episcopal Española, quien sostiene que no encuentra problema alguno en que católicos y musulmanes recen juntos.

El asunto ha sido elevado al Vaticano mediante el Nuncio Apostólico, para que resuelva la solicitud en definitiva.

Está por verse si el discurso ecuménico de la Santa Sede es puro jarabe de pico.