Monday, November 27, 2006

Vladimir, elecciones y TLC

Vladimir, elecciones y TLC

Jorge Camacho Sandoval

Aunque ideológicamente tengamos pocas cosas en común, le guardo un profundo respeto a Vladimir de la Cruz, con quién compartí por muchos años la condición de académico de la Universidad Nacional. Ese respeto deviene de la lectura de sus obras, que muestran un investigador riguroso, así como de su quehacer como líder universitario, analista de nuestra realidad social y también por tener la voluntad y la capacidad de cruzar del cómodo puesto de observador y crítico social al de político en activo, como lo muestran sus reiteradas participaciones en procesos electorales.

Indudablemente Vladimir es un referente para quienes vivimos, con veinte y pocos años, las jornadas contra el contrato de ALCOA, mas arrastrados por el entusiasmo colectivo que por conciencia de sus implicaciones. Después de eso, él se consolidó como un pensador y estudioso de la izquierda nacional.

Dados sus antecedentes, me resultó muy interesante el detallado análisis que hizo en el Periódico La Nación del día 26 de noviembre de 2006 (http://www.nacion.com/ln_ee/2006/noviembre/26/opinion908064.html), sobre las derivaciones del proceso electoral de febrero pasado en relación con el Tratado de Libre Comercio. Para Vladimir está claro que los partidos políticos que favorecen la aprobación del TLC plantearon su posición durante la campaña política y recibieron una votación mayoritaria de los ciudadanos que ejercieron su derecho electoral. Dicho de otra manera, la distribución de la votación de febrero, tanto a nivel presidencial como legislativo, constituye un apoyo tácito al TLC.

Comparto plenamente las conclusiones de Vladimir, como lo manifesté en un correo enviado a la red de la UNA titulado “Ya nadie engaña a nadie” y publicado en mi “blog” (http://www.ticoblogg.blogspot.com/), hace un par de semanas.

Es la primera vez que un reconocido líder de la izquierda nacional, al que uno supone crítico y probablemente opuesto a la aprobación del tratado, hace un análisis, objetivo desde mi perspectiva, de las implicaciones del proceso electoral de febrero pasado en el proceso de discusión y decisión sobre el TLC. Reconozco, además, la valentía del autor, en su condición de hombre de izquierda, de hacer público un análisis que no favorece la posición de quienes adversan la aprobación del TLC.

Probablemente algunas personas del mismo espectro ideológico de Vladimir le cobren, en los próximos días, su posición pública, e insistan en la democracia de las calles. A mi me parece que es un ejercicio de honestidad, propia de un académico y de un riguroso científico social. Mis respetos.

Wednesday, November 22, 2006

¡Hacer el amor, no la guerra!

Jorge Camacho Sandoval

Quienes superamos generosamente la media teja, recordamos lo popular que fue la frase que encabeza éstos párrafos allá por los 60, en pleno auge de la contracultura hippie. Así que no deja de ser interesante que, en los días que corren, un grupo de personas decidiera pasar de las palabras a los hechos y convocara al “Día del orgasmo global por la Paz”.

El propósito es que todo el mundo, por parejas preferiblemente, se dedique a generar energía positiva, con el propósito de reducir las calamidades que inundan el mundo, incluida la guerra y otras formas de violencia. Para ello, los participantes en la convocatoria deben concentrarse en pensar, durante y después del orgasmo, en la Paz Mundial. La convocatoria es para el viernes 22 de diciembre, sin ninguna restricción en cuanto a hora, lugar, nivel de privacidad, posición ni, supongo yo, calidades de la pareja.

Los convocantes pretenden alterar el campo energético del planeta, y que esto llegue a afectar al mundo físico, según se deriva del principio pseudo-científico del la llamada “Conciencia Global”. No es broma, el tema tiene su origen en la Universidad de Princenton y los detalles pueden encontrarse en el sitio http://www.globalorgasm.org/.

No tengo muchas expectativas sobre el resultado de la iniciativa en la paz mundial. En parte por la dificultad de concentrarse y, aún más, de pensar, en la Paz, o en cualquier otra cosa, en tan especial momento. Por otro lado, ¿Qué consecuencias podríamos esperar si los líderes mundiales y las tropas implicadas en los variados conflictos que sufre la humanidad decidieran atender la convocatoria?

Una posibilidad es que al canalizar sus esfuerzos hacia la consecución del orgasmo, favorecerían la producción de niveles importantes de endorfinas y serotonina, sustancias relacionadas con el placer y el buen humor. Sin duda políticos, soldados y machos agresores, ahítos de placer y con un humor de perlas, serían mucho menos agresivos y eso debería reflejarse en una reducción de la actividad bélica.

Por otra parte, si tenemos en cuenta los múltiples datos que existen sobre el desempeño sexual, los niveles de satisfacción encontrados en las relaciones de pareja, la proporción de infidelidades, los prejuicios religiosos sobre la sexualidad y un largo etcétera, probablemente muchos de los políticos y soldados terminen su intento de contribuir al orgasmo global con una gran frustración y, en consecuencia, de peor humor y mayor agresividad. El resultado sería entonces el contrario al esperado por quienes lanzaron la iniciativa.

Sería interesante copiar la iniciativa y aplicarla localmente, para resolver el conflicto que ha levantado el TLC, sin duda el tema más controvertido de los últimos años. ¡Imagínense que en lugar de dos días de paro, bloqueos y movilizaciones callejeras tuviéramos dos días de sexo loco y desenfrenado! Probablemente Don Oscar, Don Albino, Don Fabio y hasta el modosito Don Ottón, estarían mejor dispuestos al entendimiento mutuo después de dos jornadas de lucha de alcoba. Seguro que algunas transnacionales de la industria farmacéutica estarían dispuestas a distribuir generosamente sildenafil, tadalafil o vardenafil con el fin de promover la globalización del orgasmo, la paz y el entendimiento y con ello, contribuir a la otra globalización, la de los mercados.

Creo que, en la medida de nuestras posibilidades y capacidades, deberíamos hacer el esfuerzo y contribuir a la paz mundial y local. Además el día de la convocatoria es un viernes, inicio del fin de semana y de un largo periodo de vacaciones, tendremos el aguinaldo en el bolsillo y el ambiente navideño es propicio para la paz. Ni siquiera tendremos la tentación de irnos de fiesta a Zapote. Es decir, las condiciones del entorno serán inmejorables.

Espero que en nuestro país no surja oposición a la iniciativa, alegando por ejemplo, que el TLC no merece un acto de amor, sino por el contrario, se asemeja a sexo no consentido. La iniciativa del orgasmo global es por la paz, el entendimiento, la negociación, el diálogo; oponerse sería un síntoma de impotencia.

Habrá que esperar los resultados después del 22 de diciembre y ver que pasa después del climax.

Wednesday, November 08, 2006

Ya nadie engaña a nadie

Ya nadie engaña a nadie

Jorge Camacho Sandoval

Se han vertido montañas de tinta sobre el tema más controversial de los últimos años, el TLC. Sin duda, muchas de las alegaciones que se hacen sobre el proceso de negociación son válidas. No obstante la trascendencia del mismo, el proceso negociador fue opaco, conducido por un pequeño grupo de jóvenes funcionarios, sin la dirección política de un presidente de la república indolente y, según confesión de parte, ignorante de esos temas.

Algunos representantes sectoriales, quienes estuvieron en la habitación de al lado durante la negociación, reclaman que sus opiniones, puntos de vista e intereses fueron ignorados por los negociadores o no se reflejan en el texto definitivo. Así se llegó al final de la negociación, celebrada inicialmente por el presidente del abrazo, quién luego, como lo hizo tantas veces, se desdijo de sus palabras, dio marcha atrás y pidió la opinión de notables y no tan notables.

A partir de ahí han surgido montones de valoraciones, a favor y en contra, algunas sustentadas en el estudio serio del tratado, pero la mayoría de oídas y muchas de ellas sustentadas en argumentaciones que no toleran el mínimo análisis, o lo que es peor, en defensa de intereses y privilegios disfrazada de patriotismo de tirios y troyanos.

A mi el tratado me despierta muchas dudas. Si es tan bueno como dicen algunos, ¿Por qué grupos tan importantes y de cuyo patriotismo nadie duda, como la Conferencia Episcopal, el Consejo Nacional de Rectores, los Consejos Universitarios de la universidades públicas y la Comisión de Notables, entre otros, se oponen abiertamente o le señalan importantes riesgos al texto actual? Por otra parte, como lo reconoce hasta el principal partido de oposición, no podemos aislarnos de nuestro principal socio comercial, por lo que un tratado es necesario. En un tratado comercial, cada una de las partes intenta maximizar sus ventajas y ganancias futuras, por lo que a la postre, se ganará en unos aspectos y se perderá en otros. Por ello, en esto de los tratados comerciales, nunca lloverá a gusto de todos. Estoy convencido que cualquier tratado, siempre tendrá alguna oposición.

En un tema que aparentemente tendrá un importante impacto en la vida de todos los costarricenses, ¿Cuál es la opinión mayoritaria de los ciudadanos? Aquí hay varias interpretaciones, desde los que defienden la democracia de la calle, que no parece tener el respaldo que se esperaba, a la luz de las movilizaciones del 23 y 24 de octubre, a los traducen los resultados electorales en términos de apoyo al tratado. Lo que si es cierto, es que Liberación Nacional el Movimiento Libertario y la Unidad Social Cristiana fueron claros en su apoyo al TLC durante la campaña electoral. El conjunto de esos partidos recibieron un apoyo mayoritario, que se refleja en un número de diputados que roza la mayoría calificada. Así que quienes apoyamos alguna de ésas opciones políticas no podemos alegar ahora que fuimos engañados.

Preferiría, como lo han planteado algunos ciudadanos, que la decisión final sobre un tema tan controversial y de tanta trascendencia nacional, fuera tomada por el conjunto de la ciudadanía, mediante una consulta popular, un referéndum, por ejemplo. Pero si eso no es posible, debemos dejar que las instituciones democráticas funcionen, podemos ejercer presión en los medios, en las calles o adonde sea, pero teniendo claro que la responsabilidad le corresponde a las instituciones, sino, estaríamos a merced de la ley de la selva.