Wednesday, May 27, 2015

La Academia va al gobierno

La actual administración se caracteriza, como ninguna otra, por haber llevado a las más altas responsabilidades políticas a un numeroso grupo de académicos universitarios, muchos de ellos profesores e investigadores destacados en sus áreas de  especialidad. Sin ir muy lejos, el mismo Presidente de la República, muchos de los Ministros e incluso diputados, salieron de las aulas para ocupar elevados cargos políticos.

A pesar de su buena formación académica y de su prolongada experiencia universitaria, las críticas sobre su accionar en el primer año de gobierno han sido abundantes. Solo por mencionar algunos ejemplos podemos citar al Ministro de Vivienda y Asentamientos Humanos, el Dr. Rosendo Pujol; la ex Ministra de Cultura y Juventud, Dra. Elizabeth Fonseca o el expresidente de la Asamblea Legislativa, Dr. Henry Mora.

La pregunta lógica es ¿Por qué prestigiosos académicos parecen tener dificultades para ejercer cargos de elevada responsabilidad en el gobierno?

Quizás lo primero que se debe buscar, para intentar responder a la pregunta,  es identificar cuál es la diferencia entre el ambiente académico y la “realpolitik”. En el ambiente académico se intenta aplicar el método científico para el estudio de los fenómenos; se hacen experimentos, estudios observacionales o estudios de opinión, en los que se intenta medir el efecto de determinadas variables o factores sobre indicadores de interés relativas al fenómeno bajo estudio, manteniendo controladas otras variables o factores que pueden influir. Adicionalmente, los estudios se acotan en términos espaciales y temporales.

En el caso de los experimentos, también se manipulan variables, en el buen sentido de la palabra, y se mide el efecto de la manipulación sobre las variables de respuesta. En los estudios observacionales se delimita la realidad que se quiere estudiar, además de espacial y temporalmente, en términos de las dimensiones más relevantes del fenómeno  que se estudia. Otras veces se hacen supuestos y los análisis se realizan aceptando como reales dichos supuestos. En la mayoría de los casos se intenta estimar la importancia relativa de los distintos factores sobre la variabilidad de las variables que miden el fenómeno de interés mientras que la variabilidad no explicada se le atribuye a factores desconocidos o simplemente al azar. En síntesis, a nivel académico, se utilizan modelos de la realidad, es decir simplificaciones de la misma y como dijo George Box, un estadístico famoso, “esencialmente, todos los modelos son erróneos, pero algunos son útiles”.

En la vida real, en el ejercicio del poder, fuera de la torre de marfil, chocamos de frente con la realidad en sí misma, con toda su complejidad. No se puede delimitar la realidad que interesa estudiar, sino que se deben tener en cuenta todos los factores que influyen en esa realidad, algunos racionales y  lógicos, que se comportan como se espera según la teoría, pero otros son irracionales, sentimientos, pasiones, intereses, sobretodo intereses, que presionan para conservar el status quo.


El asunto se complica más por el hecho de que muchas veces los intereses de distintos grupos de presión son contradictorios y, a menudo, no son explícitos, lo que hace más difícil considerarlos. Ahí es adonde entra lo que algunos llaman el “colmillo” político, colmillo que aún no parece despuntar en muchos de los académicos que ahora están en el gobierno. Ese colmillo, que permite apreciar aspectos de la realidad que trascienden los temas técnicos, solo se desarrolla mediante el contacto directo con la vida real y sus actores, los grupos de interés.  Adicionalmente, mayores complicaciones surgen por las expectativas de esos grupos de interés, sobredimensionadas en algunos casos, sobre todo por las ofertas de cambio de la campaña electoral, y por otra parte, por la desconfianza de la gente hacia la clase política, aunque esta sea recién llegada desde los Jardines de Academus.

Monday, May 25, 2015

El PAC y el FA salen del closet

Las autoridades de los partidos Acción Ciudadana y Frente Amplio, hicieron pública su decisión de presentar papeletas comunes en las próximas elecciones municipales de febrero del 2016. Realmente la noticia no es sorpresiva, la alianza de ambas fuerzas políticas es pública y notoria, por lo menos desde el 1º de mayo de 2014, cuando se unieron para tomar el control del directorio de la Asamblea Legislativa. Es decir que ya vivían en concubinato escandaloso, como se decía en tiempos pasados y, ahora, salen del closet, formalizando y oficializando su relación.

Creo que la decisión es un paso sincero, concordante con la transparencia que han pregonado, sustentado en la comunión de ideas e intereses. Así los ciudadanos sabremos, a ciencia cierta, cuales son las posiciones ideológicas detrás de ese matrimonio legalmente constituido. Como todos los matrimonios, tendrán desavenencias en algunos temas, la elección del directorio recién pasada, por ejemplo, pero es más lo que los une que lo que los separa.


Parece que ya pasaron los tiempos aquellos, no muy lejanos, en los que José María Villalta llamaba al PAC “la derecha que no roba”, ahora ya ni siquiera los ven como de derecha sino como íntimos aliados. También pasaron los tiempos de la última campaña, en los que Villalta, cabeza más visible del FA, hacía malabares dialécticos para alejarse del calificativo de izquierda radical y Luis Guillermo, para distanciarse del FA, su aliado del primer año y ahora confeso compañero de causa, con quienes se presentarán unidos a las elecciones municipales.

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