El día de hoy recibí una invitación electrónica para asistir a la Ceremonia de Denominación del Laboratorio de Geoquímica Volcánica del OVSICORI-UNA, con el nombre del Dr. Eduardo Malavassi Rojas. La misma se realizará el próximo 26 de noviembre, con el patrocinio del Consejo Universitario y del OVSICORI.
Conocí a Eduardo cuando yo apenas iniciaba mi relación con la UNA, allá por los finales de los 70, pegando propaganda para una elección de la rectoría, cuando el suscrito padecía lo que podemos llamar, parafraseando a Lenin, “la enfermedad infantil del izquierdismo”. Luego tuvimos poca relación, probablemente cada vez que enfrentábamos alguna elección a nivel de Facultad o de Universidad, probablemente en lados opuestos.
Nuestros caminos volvieron a cruzarse a inicios de los 90, cuando ambos estábamos un poco más maduros y probablemente curados de espantos. De nuevo nos volvió a unir la política universitaria, en esa ocasión yo aspiraba a ocupar la decanatura y Eduardo era un aliado fundamental para convencer a los compañeros del emergente OVSICORI. Ahí se inició una amistad, fundamentada en el mutuo respeto y en la aspiración común de contribuir a crear una universidad de excelencia.
Eduardo, sin duda, realizó importantes contribuciones al desarrollo de la UNA. Participó, con otros compañeros, en la génesis y el desarrollo de lo que hoy es el OVSICORI, así como en la construcción de una de sus herramientas fundamentales, la red sismográfica del Observatorio y en la constitución del área de vulcanología. Posteriormente participó en la creación de la FUNA, apoyo fundamental para el desarrollo de la investigación, la cooperación internacional y la transferencia de conocimiento, hasta que la mató un capricho.
Eduardo siempre ha sido un universitario proactivo y comprometido. Su compromiso lo llevó a aceptar ser candidato a la Vicerrectoría Académica, acompañando a ese otro gran universitario, Carlos Murillo, un gran rector que no pudo ser. Siempre me he sentido orgulloso de haber sido uno de los que sugirió el nombre de Eduardo, para ocupar esa trinchera.
Seguro que en este recuento omito muchas otras contribuciones de Eduardo, siempre interesado en una universidad de calidad. Por ello me uno al merecido reconocimiento que la UNA le otorga a Eduardo, al denominar con su nombre, el Laboratorio de Geoquímica Volcánica del OVSICORI-UNA.
Los universitarios como Eduardo, que se comprometen y toman posiciones, no solo generan aliados, sino también adversarios, sobre todo entre quienes están más cerca. Por eso creo que los miembros de OVSICORI también merecen un reconocimiento, por haber tenido la grandeza de espíritu para honrar a un colega que realizó importantes contribuciones al OVSICORI y a la UNA. Honrar, honra, es de bien nacidos ser agradecidos.
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