Saturday, December 08, 2007

De togas y birretes

De togas y birretes

Jorge Camacho Sandoval


Probablemente nada simbolice mejor la vida universitaria que ese par de prendas, parte imprescindible del ceremonial académico, sobre todo de los actos más relevantes, como el otorgamiento de títulos honoríficos o la graduación de nuevas generaciones de profesionales.

Desde antes de los 18 años, me incorporé a la vida universitaria, como estudiante de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Costa Rica, luego vino la maestría, el doctorado y una especialidad. En el ínterin, me incorporé a la Universidad Nacional, como profesor y a lo largo de los años también estuve vinculado al Instituto Tecnológico de Costa Rica. Sería lógico pensar que en una relación tan larga con la institución universitaria debería haber vestido la toga y el birrete numerosas veces, pero no es así; realmente nunca tuve la oportunidad de hacerlo, primero porque esa tradición no existe en las universidades públicas costarricenses y luego, cuando estudié en universidades extranjeras, porque la beca siempre se terminaba antes de la ceremonia de graduación.

En el año 2004, cuando me acogí a la jubilación, me resigné a no satisfacer la vieja ilusión de vestir toga y birrete, indumentaria tan propia de un universitario de toda la vida. Pero como dice Pedro Navaja, el personaje de la canción de Rubén Blades; “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. En mayo pasado, cuando me incorporé a la Universidad EARTH para hacerme cargo de los cursos de estadística del presente año, no imaginaba que en diciembre, cerca de navidad, tendría un regalo y podría satisfacer aquella vieja ilusión.

La ocasión se presentó el viernes 7 de diciembre, con el acto de graduación de la decimoquinta promoción de Ingenieros Agrónomos de la EARTH. Noventa muchachos y muchachas, nuevos profesionales, recibieron sus títulos, emocionados, rodeados del cariño de sus familiares y profesores, en un bello y solemne acto, encabezado nada menos que por dos grandes hombres, premios Novel de la Paz, en un ambiente propio del trópico, húmedo y caluroso.

Probablemente las emociones y el calor hicieron sudar a muchos, pero seguramente nadie sudó tan a gusto, enfundado en su toga y su birrete, como el que escribe éstas palabras, que finalmente realizó una vieja ilusión.

Debo agradecer a la EARTH, entre otras muchas cosas, la oportunidad de concretar ese pequeño y viejo sueño, o quizás debiera decir, ese pequeño sueño de viejo.

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