Jorge Camacho Sandoval
Sin televisión, recuerdo las lecturas en voz alta de mi padre, rodeado de sus hijos sentados en la sala, todo un símbolo de unos valores que ahora no se cultivan con tanto ahínco. Luego, en la escuela, la Niña Rosario Quesada de Protti, fortaleció ese gusto por los libros.
Mucho más tarde, pero derivado del gusto por la lectura, vino el gusto por escribir. Primero, como profesional joven y académico de una universidad pública. Para ascender en el régimen académico no quedaba más remedio que publicar, así que empecé por escribir resultados de investigación en revistas científicas. Luego, se hizo necesario intentar llevar el mensaje técnico a los usuarios finales, por lo que también empecé a escribir artículos de divulgación técnica. Más adelante me metí en política universitaria, coincidiendo con el inicio de internet y empecé a usar esa herramienta para opinar sobre temas universitarios, ampliando luego a temas de interés nacional, con esporádicas apariciones en periódicos nacionales.
Finalmente, apareció el medio ideal, el blog. Se podía escribir sobre lo que a uno le diera la gana y como le diera la gana, sin intermediario ni censura y claro, sin garantía de que alguien leyera tus opiniones. En todo caso permitía disfrutar del placer de escribir sin ningún estrés. Al menos eso creía yo. Luego algunos blogueros empezaron a visitar la bitácora y a expresar sus propias opiniones; bueno, eso era el sumun, no solo disfrutaba de escribir, sino que además algunas personas leían y opinaban sobre lo que yo escribía, fantástico, caldo de pollo para el ego, podría decirse.
Pero lo que no tiene minga, tiene mandinga, decía mi abuela. Cuando por razones de tiempo disponible espacié mis participaciones en la bitácora, algunos benevolentes colegas blogueros empezaron a preguntar si el blog se había muerto. Qué maravilla, no solo leen tus opiniones, sino que notan tu ausencia si dejas de escribir por algún tiempo. Pero claro, ya no solo se trata de escribir cuando te apetece, hay que tener en cuenta que algunos colegas visitan tu bitácora periódicamente y no debe uno dejarlos en el olvido.
El blog no solo te ofrece el placer de escribir, el honor de que algunos lean tus opiniones y te compartan las suyas, sino que, como diría un artista, te impone la obligación de estar pendiente de tu público.
Es dura la vida del bloguero, quién lo iba a imaginar.
8 comments:
Jorge:
Qué bueno. Resulta que salí de San José el viernes y volví hasta hoy. Anduve en el pacífico y luego en Sarapiquí. No tuve acceso a Internet y estaba muy entusiasmado en volver para saber qué había pasado en la blogosfera.
En mi caso siempre abro los links de mi blog para ver qué han hecho los compas, qué hay nuevo y qué ha pasado en los comentarios de los posts viejos.
Es muy bueno ver un nuevo post y con un tema tan interesante: el compromiso del bloguero. Nadie, al meterse en esto, sabe las "obligaciones" que termina asumiendo y lo seudo-adictivo que se termina convirtiendo.
Saludos...
Como bloguero realmente nuevo debo decir que ya estoy empezando a sentir el compromiso, sobre todo por mis amigos que ya estan empezando a hacer peticiones.
Julio:
No me parece que sea seudo-adictivo, yo diria que es TOTALMENTE adictivo! Al punto que uno dedica un par de horas diarias a leer otros blogs...
George:
Tenés razón, lo que pasa es que tú estás más cerca de la cura y por eso aceptas la enfermedad... en mi caso la vivo negando y justificando...
diay si, pero de MG me mandaron aqui y nada escribe nuevo
mae, dese una vuelta por Manda Guevo
Yo exijo más visitas, viendo cómo crece Julio Córdoba y Manda Guevo... me carcome la envidia. Por eso estoy rifando un fin de semana en la playa para los primeros dos blogeros que me visiten a partir de ... YA!!
Definitivamente ya era tiempo de que los ticos se percaten de que su tan cacareado "éxito" económico no se refleja en la arquitectura de San José, ciudad espantosamente fea que no sé como osan llaman capital ustedes y que no refleja ninguna ELEGANCIA.
Es interesante ver como los ticos, que siempre se han considerado los mejores del área , tienen la peor ciudad capital, que parece más un pueblón que la capital de un país tan supuestamente exitoso.
Las capitales de Guatemala, Honduras, Panamá y El Salvador, asì como San Pedro de Sula, se han convertido en ciudades modernas Y ELEGANTES con excelentes servicios e infraestructura que es envidiada por los ticos. Bueno hasta Managua está mejor.Las fotografìa de la Ciudad de Guatemala, que sí es digna de ser llamada capital y metrópoli centroamericana, son prueba definitiva de que Guatemala sigue siendo Capitanía y ustedes unos provincianos. Buen dìa.
mae, este mae no postea hace rato y recibe la visita de chapman!!!!
oh troll
(Voten en l blogwar)
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