El desastre de la CCSS
Jorge Camacho Sandoval (jcamacho@ice.co.cr)
Al hablar del desastre de la CCSS, seguramente la mayoría se imaginará el terrible incendio del Hospital Calderón Guardia y las 19 víctimas del descuido y la negligencia. En mi opinión ese no es el desastre, sino una consecuencia del desastre administrativo y de gestión que carcome a la institución desde hace décadas.
Ya es imposible tapar el caos existente, que se refleja no solo en el incendio, sino en las incontables fallas y deficiencias que sufren, un día sí y el otro también, los indefensos usuarios, obligados a pertenecer a un sistema incapaz de satisfacer, oportuna y adecuadamente, sus necesidades de servicios de salud.
Madrugar para hacer largas colas con el propósito de obtener una cita para ser atendido; consultas que se producen, con suerte, mucho tiempo después de la hora fijada, porque el médico llega tarde o se va temprano, a sus menesteres privados; indeferencia y trato grosero, como si el servicio no estuviera prepagado; consultas apresuradas para cumplir la cuota de pacientes que le exige la Caja a sus profesionales de la medicina; pruebas diagnósticas que se programan para meses posteriores, como si el dolor o la enfermedad esperaran sin perjuicio del paciente, cirugías para el año siguiente, como si la muerte trabajara al ritmo de la Caja, sobreirradiaciones sin asumir responsabilidades posteriores, recursos de amparo para obtener servicios de salud, como si fueran un lujo. A todo eso hay que agregar el desabastecimiento de medicamentos, las campañas de recolección de fondos de pacientes a quienes la Caja es incapaz de brindarle los servicios que requieren y deben buscarlos en otros países, décadas de espera para construir un hospital y un largo etcétera.
Detrás de todo ello encontramos políticos choriceros, haciendo grandes negocios con la adquisición de equipos, medicamentos e infraestructura, sindicatos corruptos ordeñando a manos llenas la ubre institucional, profesionales haciendo negocios privados con pacientes y bienes de la Caja, biombos y otras corruptelas, para reducir las listas de espera que ellos mismos provocan, patronos morosos, confiados en la incapacidad de la institución para cobrarles y a la espera de la próxima amnistía y un gobierno confiscatorio, que además de no pagar, extrae recursos de la Caja para saciar su voracidad fiscal.
Por supuesto que también hay muchos funcionarios abnegados, hartos también del sistema, que se esfuerzan por brindar el mejor servicio posible y que desean, como los usuarios, que alguien haga algo para recuperar el espíritu solidario y de servicio que le dio vida a la institución. Es urgente, como señaló El Financiero, la cirugía mayor en la Caja, y si no es pronto, quizás la próxima intervención sea post mortem.