La ciudadanía se queja a menudo de la Asamblea Legislativa y de quiénes la conforman, Sus Señorías, los Diputados. Probablemente la Asamblea Legislativa es la institución menos respetada por la ciudadanía y, debemos reconocer, que muchos diputados se esfuerzan por mantener o incrementar ese desprestigio. Basta con recordar algunos de los episodios que ocurren en la Asamblea, como el fracasado intento de los diputados por aumentarse el salario, la incestuosa red en los nombramientos de asesores, los avionetazos y, últimamente, la incipiente costumbre de la oposición de rodear al presidente cuando pierden una votación o no están de acuerdo con alguna resolución.
Por supuesto que para los ciudadanos es muy fácil responsabilizar exclusivamente a los diputados en particular y a los políticos en general, pero parte de la responsabilidad es también nuestra, de los ciudadanos, quienes somos los que, con nuestros votos, llevamos a los diputados a sus curules en Cuesta de Moras. Se puede alegar que el sistema de listas cerradas por partido nos brinda pocas opciones de escoger, pero tampoco le ponemos mucho interés a la posibilidad de modificar esa situación.
La recién celebrada elección en Brasil, nos ofrece un panorama alternativo. Según las noticias, uno de los Diputados que resultó electo fue el payaso Tiririca, que, entre otros, esgrimió la consigna “Vote por Tiririca. Peor de lo que estamos no vamos a estar". No solo resultó electo, sino que obtuvo casi un millón cuatrocientos mil votos, el segundo más votado en la historia de Brasil. Al parecer, algunas autoridades le están buscando pelos a la sopa, alegando que el payaso no sabe leer ni escribir y que por lo tanto, no puede recibir el acta de diputado, a pesar del cachimbal de votos que obtuvo.
Aunque si uno lo piensa bien, puede que la elección del payaso no resulte una completa novedad en Costa Rica. Es posible recordar, por ejemplo, un diputado que se subió, como un mono, en un monumento, de donde hubo que bajarlo con ayuda de los bomberos, o el otro diputado que escondió los zapatos de una colega, en plena sesión. Otro caso es el del diputado cuya consigna afirmaba que él era “el menos malo”. La diferencia, pienso yo, es que en el caso del brasileño, se trata de un payaso profesional, que también se reconoce como tal.
Viendo retrospectivamente el asunto, es posible que G. W. Villalobos y su yegua Gitana, se adelantara a los tiempos cuando presentó su candidatura, hace más de 20 años; probablemente en los tiempos que corren habría tenido mejor suerte.
Creo que vale la pena volver a pensar en candidatos como Chiricuto, el muñeco del ventrílocuo, con su famoso grito de guerra, “No sea bruto, vote por Chiricuto”, total, como dijo Tiririca, “Peor de lo que estamos no vamos a estar”.
En serio, quizás si se modifica el sistema para implementar el voto preferencial, como se mencionó recientemente en la prensa, las cosas empiecen a cambiar.