Cuentos Chinos
Sin un ápice de pena, el presidente Arias afirma, refiriéndose a Taiwan, que él siempre les dijo “ustedes deberían ser más generosos si quieren tener amigos en el mundo, porque cada día tienen menos” (http://www.nacion.com/ln_ee/2007/junio/07/ultima-sr1124589.html), para justificar el cambio de política exterior dado a conocer el día de hoy. Es decir, que para el presidente Arias no es un asunto de principios, es simplemente un asunto de venderse al mejor postor.
Eso me recuerda la anécdota de un famoso escritor, que mientras bailaba con una elegante dama de sociedad, le preguntó, en términos hipotéticos, si se acostaría con él a cambio de un millón de dólares, libras o cualquier otra divisa. Ante semejante cantidad de dinero y después de pensarlo un poco, la dama, siempre en términos hipotéticos, le respondió positivamente. Luego el escritor repitió varias veces la misma pregunta, reduciendo cada vez el monto del intercambio. Al llegar a una cantidad más humilde, la dama indignada le respondió negativamente, increpándole que la confundía con una prostituta. El escritor le respondió: eso lo establecimos al principio, ahora lo que estamos fijando es el precio.
No hay duda que el gobierno de Taiwan ha comprado votos y conciencias a los largo de su litigio con la República Popular de China, algunas veces de forma más o menos transparente, como en programas de cooperación, y en otras de forma totalmente opaca, como en el caso de las contribuciones giradas a cuentas privadas manejadas por dirigentes políticos de nuestros países, como alguno de nuestros ex presidentes. Esa generosidad estaba condicionada, claro está, al apoyo de los intereses de Taiwan en los foros internacionales.
Por supuesto que la decisión de establecer relaciones diplomáticas con China es un paso en la dirección correcta, lo que no es correcto es justificar el cambio de política por una escasa generosidad de Taiwan. Como en el caso de la dama, lo que según la opinión del presidente Arias ocurre, es que no alcanzaron el precio adecuado.
Está claro que algunos no tienen amigos, solo socios, … o cómplices.